La raza es la fuerza fundamental de la historia


Por María Fernanda Paz Soldán De Ugarte
Durante el siglo XIX, la nueva República, se construyó sobre una base de igualdad inexistente, pues prevalecían las diferencias de castas, idea que podemos ver plasmada por Ramiro Condarco en su libro: Zárate “el temible” Willka y por el columnista Eduardo Schwartzberg en un artículo publicado en 2012. Estas diferencias aún marcadas de la época de la colonia llevarían a la separación y a una segregación (no con tanta rigurosidad) entre blancos, mestizos y aborígenes, como explica Condarco.
La relación entonces que existía entre el Estado y los indígenas, no se expandía más allá del horizonte utilitario. Esto se pudo ver con medidas como la abolición de la propiedad comunitaria –en Trujillo, en el año de la Independencia: 1825– cuando los conflictos empeoraron y la relación Estado – Comunidades Indígenas empezó a resquebrajarse debido a la instauración de lo que sería llamado: el “tributo indígena”, que sería tratado como un impuesto de los indígenas para el Estado.
Como afirma Laura Gotkowitz, en su libro: La revolución antes de la revolución, las luchas por la tierra y la justicia, libradas por los indígenas en coyunturas históricas clave, no fueron aisladas. Es decir, ha existido y hasta ahora podemos ver que existe, una historia paralela a aquella que llamamos “Historia de Bolivia”. Frente al sometimiento de un Estado que los apartó del sistema social, normó su existencia jurídica pero no la reglamentó y durante mucho tiempo fue su principal actividad económica; los indígenas, fueron construyendo un proyecto político paralelo al desarrollo histórico del Estado Boliviano Republicano, donde en aquellos hitos históricos grabados en la memoria colectiva también se encuentran ellos mismos, no solo como piezas clave o fichas desequilibrantes, sino como motor de la historia misma, usando de impulso, aquellas situaciones que ponían en crisis al Estado.
En este sentido, nos enfocaremos en uno de los personajes más icónicos de estas luchas: Pablo Zárate “El temible” Willka, durante la Guerra Federal de 1899. Según, el sociólogo René Zavaleta, en su libro Lo nacional-popular en Bolivia, Zárate personificó todo lo que la indiada venía deseando desde hace mucho tiempo, y es que la idea de una Nación India, no hubiera surgido de no haber sido por este personaje; Zavaleta lo expone de la siguiente forma: “No era, con todo, lo grave que Willka impulsará él mismo este programa o cualquiera otro más radical, sino que era lo que estaba en el alma de estas gentes, lo que pensaban mucho antes de que se los dijera Zárate.”
Por este motivo, se concibe a Zárate Willka como una figura muy importante durante la Guerra Federal de 1899. El liderazgo que ejerció, no solo como apoderado o Willka de la población indígena sino también como comandante indígena frente a las Fuerzas Conservadoras del Sur, es decisivo para entender las aspiraciones indígenas posteriores.
 Según Platt, fue el discurso articulador del partido liberal, explícitamente pro-indígena, lo que logró articular la colaboración entre ambas facciones. Sin embargo, Willka, al principio del conflicto, tenía como intención la recuperación de todo lo que había sido de su pueblo antes de la colonia. Con el ascenso de otro partido y la esperanza de lo que un nuevo régimen podría traer, es que pactó con Pando. La idea de poder ser reconocidos por aquella Patria que los había negado desde su independencia era substancial y por otro lado, la recuperación de sus tierras. Fue por estas razones que la participación indígena en el conflicto, fue más bien para lograr un reconocimiento del Estado hacia ellos; siendo este, el principal motivo y condicionante de la cooperación indígena al bando de José Manuel Pando. Se podría decir, que el origen de esta lucha paralela por parte de los indígenas, se origina aquí, donde según Hylton y Rivera, el programa político que abrazan posteriormente estuvo motivado por su propia noción de justicia, al encontrarse frente un gobierno que no cumplió sus promesas ni expectativas.
Sin embargo, existen diferentes visiones del papel del líder indígena. Según Pilar Mendieta, éste fue muy hábil para calcular y manejar sus prosélitos políticos dentro de lo que fue la Guerra Federal. Por otro lado, autores como Antezana, retratan esta situación de otra manera: Pando o el partido liberal eran quienes manejaron a los indios para perseguir sus propios objetivos, mientras que fueron los indígenas quienes vieron esta guerra entre élites como una vía para reivindicarse en la sociedad boliviana y según el planteamiento de Condarco, desde Marta Irurozqui: remodelar las relaciones sociales y étnicas. Por consiguiente, en ambos casos a pesar de las posiciones contradictorias, tienen algo en común; se resalta la noción utilitaria de un bando sobre el otro.
Así surgió la idea de un gobierno indígena, como plantean Condarco y Zavaleta. En realidad, fue la respuesta o reacción frente a la situación a la cual se enfrentaban; cansados de los abusos y la traición de Pando al no cumplir con las condiciones, fueron los factores que los empujaron a buscar una salida más radical: fundar un Estado para los indígenas. Es decir, actuaron por  un espíritu de auto conservación, como diría Zavaleta. Es este sentido, podemos afirmar que Zárate Willka fue el primer proyecto de gobierno indígena en Bolivia, quien ajustándose al planteamiento de Hylton y Rivera, deja de alinearse con la lucha liberal en búsqueda de su propia justicia.
Condarco continúa con lo siguiente: a medida que la importancia del escuadrón indígena para la lucha iba creciendo, se fue encaminando hasta tener sus propias aspiraciones de liberación, dentro de las cuales se encontraban: “1. La restitución de las tierras de origen. 2. La guerra de exterminio contra las minorías dominantes. 3. La constitución de un gobierno indígena. 4. El desconocimiento de las autoridades revolucionarias. 5. El reconocimiento de Zárate Willka como jefe supremo de la insurrección autóctona.”
Fue a partir de esta desviación que la figura del Willka Zárate, se vuelve más fuerte. Mendieta afirma que no solo representaba la lucha por el cambio, sino que en él, los indígenas, habían encontrado su vía de liberación. Para Zavaleta, la propuesta de Zárate dividió la Bolivia de la Guerra Federal en dos: la Bolivia de Severo Fernández Alonso y Pando; y la Patria India de Willka. Esto podría insinuarnos la siguiente pregunta: ¿Cuál era el peso real de la figura de Willka en esta lucha? pues, la Patria India después de todo, era suya. Su figura encarnaba la liberación de una Patria que los había sometido y seguía sin reconocerlos como parte fundamental de su construcción.
Otro factor influyente fue la concepción del “indio” con la que contaba la oligarquía en el siglo XIX. Según Condarco, el racismo contra el indio nace de la supuesta superioridad que el blanco cree tener sobre este, por lo tanto el blanco se opone a la barbarie encarnada en el indio. Para Pando, y otros distintos autores con Alcides Arguedas, la superioridad; no era tan supuesta. Ellos, creían en las teorías del Darwinismo social, con las que justificaban la discriminación, racismo y represión hacia los indígenas. En este sentido, no fueron más que un medio para la victoria liberal, por el “salvajismo” (en consecuencia a la concepción darwiniana) que podían aportar a la guerra.
Fue la vivacidad del líder indígena la que mantuvo a Pando pensando que era él quien usaba a los indígenas para un fin, cuando en realidad se podría decir, que fue al revés. Hasta este punto de la guerra, los indígenas tenían la esperanza de que una vez acabada la misma podrían encajar en la sociedad boliviana y volver a vivir en tierras propias. De cierta manera, la “indiada” también parecía pensar que la sociedad paceña o del norte, los acogería como héroes por su ayuda en la guerra, por supuesto, fue una percepción errónea. La figura de Willka para el escuadrón indígena, era más que solo un comandante indígena, representaba la lucha que estaban llevando a cabo, una lucha por el cambio.
Entonces, el objetivo del caudillo indígena al entrar a la guerra en suma era: el reconocimiento del Estado hacia el indígena como ciudadano. Al darse cuenta de que Pando no cumpliría con su promesa, este objetivo cambió en el sentido de que ahora no se buscaba el reconocimiento, sino el dominio del Estado a través de un gobierno indígena. Sin embargo, Zavaleta plantea lo siguiente: “los indígenas tenían desde un principio el control de la guerra ya que era a ellos a quienes ambos bandos temían.”
Esto constituía una gran ventaja para las aspiraciones de Zárate Willka, pues podría haber ejercido una presión militar, a través de la fuerza indígena, sobre el gobierno y así el acceso al poder habría sido una tarea más fácil con una oligarquía fracturada. Sin embargo, los antecedentes de levantamientos indígenas, hacía de estos una población peligrosa, cosa que tanto Pando como la oligarquía sabían. La predictibilidad de que la indiada se alzaría frente a cualquier desviación del plan era también inminente. Es aquí, donde Pando jugó con esta población, ya que una vez que la victoria del norte estaba asegurada, como proyecta Condarco, preparaba un plan de contención frente a lo que sería la sublevación indígena.
Era algo que ya había planeado, principalmente porque sabía que la sociedad paceña no estaba preparada para acogerlos como querían. Gotkowitz hace referencia de manera interesante, a la posterior rearticulación de la oligarquía para conformar un proyecto político de razaprofundamente polarizado y la coordinación entre la intervención burocrática y etnográfica, sustentado en estudios sobre la política boliviana de esa época reflejados especialmente en el libro Darwinismo a la Criolla de Marie Daniele Démelas. En esta misma línea, se encuentra Irurozqui, quien afirma que los liberales, posteriores a los hechos trascurridos en Mohoza, creían de manera más uniforme que los indígenas carecían, de modo innato, de los atributos que los podían hacer sujetos aptos para la ciudadanía. Así, entonces de manera institucionalizada, se da la separación más profunda entre el indígena y el Estado, arraigando su situación política a la otredad de la sociedad boliviana; al sometimiento.
Este fue el punto crucial del conflicto, donde la figura de Willkatransforma le da un nuevo sentido al movimiento indígena de 1899, con aspiraciones propias para la población indígena boliviana, persiguiendo el cambio para instaurarlo ellos mismos. Es decir, las circunstancias para que se dé la idea de un gobierno indígena y comience el movimiento eran casi perfectas, pero Willka subestimó el poder liberal de represión, como sostienen Pilar Mendieta e Irurozqui. Siendo, el principal motivo de fracaso para establecer dicho gobierno indígena.
Willka, ha sido una gran inspiración para seguir con la lucha por la introducción del indígena en la sociedad. Ésta es y ha sido la cuestión más controversial en nuestra historia y por la cual se han dado varias revoluciones, una de las más trascendentales 53 años más tarde, por ejemplo: la Revolución Nacional; y por último, en 2005,  con la elección del presidente Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia. ¿Acaso sigue la lucha por la introducción del indígena en la sociedad boliviana después de más de dos siglos? ¿Es este el fin de la trascendencia de la propuesta de un gobierno indígena de Willka? Son cuestiones que se deberán seguir profundizando y que después de 13 años de gobierno indígena no se logran responder; y en la cual, la cuestión principal es: ¿Evo Morales se hizo de las aspiraciones indígenas para articular su catapulta al asiento presidencial en lugar de una propuesta real del Estado del Vivir Bien? ¿Realmente estamos viviendo una transición o fractura paradigmática en nuestra identidad boliviana, donde los resultados se evidenciarán más adelante?
Algo que no podemos negar es la trascendencia (ahora plasmado en los billetes de 50bs) e importancia de lo que fue Willka, no solo como figura simbólica sino como líder visionario aymara, especialmente por tan singular propuesta en tiempos de guerra y conservadurismo.
**María Fernanda Paz Soldán De Ugarte es Estudiante de Comunicación Corporativa.

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