Recordando los “tumusleños”
Carlos
Macusaya
No hace mucho me
encontré con un amigo de mis “tiempos de joda” y en nuestra conversación nos
pusimos a recordar, entre otras cosas, algunas anécdotas que tenían que ver con
los “tumuslas” o “tumusleños”: pequeñas bolsas de nilón que contenían singani y
que se vendían en la calle Tumusla de La Paz. Las “chupas” que se daban con
estas bebidas también eran conocidas como “bolseadas”. Muchos las probaron
hasta quedar en suelo y saben de lo que hablo.
Recordamos, por ejemplo,
que cuando se iba a la fiesta de algún colegio o alguna discoteca, habían amigas
que metían el trago, las bolsas de tumuslas, en sus sostenes (y no solo ahí). Los
varones también nos las arreglábamos para meter las “municiones” pero las
mujeres eran las que, por lo general, “no se hacían pescar”.
Había un arte al
empezar una bolsa y era el “reventarla”, es decir, abrirla de una de sus
esquinas presionando el aire que contenía dándole vueltas y vueltas. Si uno no
sabía abrirla así era “un chango”.
Una forma muy
habitual de “bolsear” era introducir el tumusleño en una de las mangas de la
chompa, el canguro o la chamara que uno traía puesto y desde ahí se la iba
sirviendo a los demás, estirando la manga. No era muy extraño ver algunos
muchos, en el fondo de algún micro, riendo y hablando en voz alta mientras uno
de ellos llevaba una de sus mangas estirada y cubriéndole la mano en la que
sostenía la bolsa de trago.
Lo bueno de ser
quien servía los tumuslas era que uno, mientras se servía a sí mismo, podía
fingir que tomaba y en realidad no lo hacia o lo hacía en menor medida que los
otros. Pero si los demás se percataban, “ya era”: alguien agarraba el
tumuesleño y te lo hacía beber hasta prácticamente vaciar la bolsa.
Solían haber
ocasiones en las que uno se encontraba, de pura casualidad, con algunos amigos
que habían faltado al colegio (lo que se conocía como chacharse) y uno de ellos
traía en la mano una bolsa negra con varios tumusleños dentro. Era difícil “borrarse
del mapa” en ese momento y no quedaba más que acompañar a los cuates, lo que
siempre implicaba “igualarse”.
Llegó un momento
en que los tumusleños eran preparados ya con sabores, pero esos fueron sus
últimos tiempos pues luego, hasta donde sé, dejaron de ser vendidos. Claro que
también los consumos juveniles fueron cambiando. De tomar bolseadas, como lo
más accesible, se pasaron a los combos. Hace poco comentábamos con otros amigos
que en la actualidad el lugar que alguna vez tuvieron las “bolseadas” entre los
jóvenes ha sido ocupado por los “Lixs”.
Los tumusleños
no eran las únicas bebidas en bolsa. Por ejemplo, estaban también los
“globitos” de La Ceja o los “preparados” que se vendían en varias tiendas y que
consistían en una gaseosa “mediana” vaciada en una bolsa y mesclada con un
“soldadito” (una botella de alcohol de 1 a 1 bs 50 por ese tiempo. Una t’allpa
(una botella de alcohol de un litro) era ya para “mandarse”.
Me animo a decir
que esas bebidas marcaron la juventud de varias generaciones en La Paz, lo
reconozcan o no. Por lo menos así lo recordamos con aquel amigo con el que
compartí momentos de alegría y de tristezas, algunas veces acompañados de tumusleños.
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