Crónica: "Gusto para el alma"



Autora: Gloria Sonia Quisbert Quispe

Cada sabor es un viaje… un viaje a un recuerdo inolvidable, como el sabor de una taza de leche tibia transportandome a la cocina de mi “Awicha”(abuela) a finales de los 80 en la privincia Omasuyos ,  del departamento de la Paz.

En el campo los desayunos siempre eran abundantes, para fortalecer el organismo, antes de comenzar con las labores del día. La abuela , despertaba de madrugada para preparar el desayuno, ella se sentaba de rodillas frente al fogon para encenderlo, despertando al gato negro, que dormía junto a las cenisas.

Una vez encendido el fogon, disponía una olla con bastante agua y al comenzar el hervor introducía la quinua bien lavada ,sin sal, “Janiwa jayu jupharu uskuñati qhatiñakama” (no se debe poner la sal a la quinua hasta que este cocida) recomendaba siempre. Para avivar el fuego utilizaba una “phusaña” (tubo para soplar), a cada soplido el fuego crecia y la olla hervía con fuerza. 
Un secreto para la perfecta coción de la quinua es cocinarla  a fuego alto y sin sal . Despues que los los granos han triplicado su tamaño a los 35 a 40 min., se reduce el fuego hasta que el agua restante se consuma lento, y es así como se logra un nutritivo p´isqi.

Esa mañana de primavera en el campo me despertó un delicioso aroma,  y observe a mi abuela preparando el  p´isqi. Primero sostuvo la olla de  quinua cocida con un trapo para no quemarse y con la otra mano, tomó el cucharon de palo e inició el proceso de:

“la K´akuña”(aplastar los granos de quinua), hasta rebentarlos presionando con el cucharon en la misma  olla.

Yo, aun soñolienta me hacerque a ella y de inmediato comence a oir los estallidos de los granos de la quinua, “suma k´akuña” decía la abuela y movía con fuerza el cucharon de palo, e iba incorporando poco a poco la sal hasta lograr el sason deseado.La quinua se veía compacta y cremosa con un aroma intenso y apetitoso.

¡La leche!... otro ingrediente importante, la  calentó con un poco de sal en una jarra de barro a baja lumbre, “milk´iru wali unchchukiña janiwa furmuntañapati waka wawa jachaspa ñuñupa ususpa wila mistuspa” (se debe controlar la leche y evitar que rebalce porque la vaquita puede llorar y sus ubres pueden sangrar) continuaba con sus recomendaciones. Ya lista la leche  trajo de la despensa un queso fresco y comenzó a rasparlo, mientras se me hacía agua la boca, esperando recibir un trocito de queso. El gato maullaba moviendose de un lado hacia el otro agitando la cola y acariciando su cuerpo en  la pollera de la  abuela, suplicado un poco de leche.



Todo estaba listo para el desayuno, mis padres , mis hermanos y yo nos sentamos  sobre unos cómodos y suaves “liph´ichis” (cuero de ovejas), mientras la abuela hiba sirviendo el p´isqi,  oíamos sus consejos “ukhama alwata phayasiña janiw urukama ikiskañati” (se debe cocinar temprano y no  dormir hasta tarde). Primero sirvió en los platos una abundante porción de quinua  ,seguido por una generosa cantidad de leche y finalmente lo adornó con una lluvia de queso fresco.
Todos, desayunamos un sabroso  p´isqi  y el gato no se quedó sin su leche, fue el primero en terminar y maullando, nos miro con los bigotes blancos empapados de leche pidiendo la yapa y siempre había mas para todos.

¡Que lindos recuerdos!… el sabor único, de un alimento cocinado al fogon y el sason de la abuela.
 Es importante preservar los sabores de nuestra tierra, porque encierran historias,costumbre y buena alimentación, el  El “Suma Manq´aña”.

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