Pablo Velasquez Mamani
¿Qué es el Indianismo - Katarismo? Pablo Velásquez Mamani*
Antecedentes
Desde un tiempo reciente el indianismo-katarismo se ha
constituido en un discurso o ideología reconocida. Ésta sin duda se relaciona
con el mundo indígena, en especial con su acción política. Ya en los discursos
oficiales del gobierno, en algunos medios de comunicación masiva, e incluso en
eventos “internacionales” fuera del país, e intelectuales exógenos, se
considera al indianismo-katarismo como el antecedente ideológico de los cambios
políticos en el mundo indígena contemporáneo.
Este es un hecho digno de resaltar, ya que ni el indianismo
ni el katarismo eran reconocidos por su importancia hasta ahora, sino tan sólo
por unos pocos sociólogos y antropólogos, y desde luego, por la reducida
cantidad de sus militantes, otrora de mayor número.
Sin embargo, este asunto conlleva interrogantes y tiene
implicancias que a veces son confundidas o desviadas accidental o
intencionalmente por quien usa esa conceptualización ideológica. En tal
sentido, el objetivo para este reducido texto, es tratar de responder a
cuestiones como: ¿Qué es el Indianismo Katarismo?, ¿son lo mismo indianismo y
katarismo?, ¿por qué y desde cuando se usa esta categoría?, y ¿Cuáles sus
límites y posibilidades?
Indianismo (y) Katarismo
El Indianismo Katarismo es evocado indistintamente según
quien lo use y a su antojo político, pero sin considerar el trasfondo real y
sentido con el que fue concebido. Los supuestos simpatizantes de lo indígena no
hacen más que tomar la parte que les conviene de una de estas dos tendencias,
cosa que da a lugar a opiniones y estudios poco honestos y ficticios.
El Vicepresidente García Linera se arroga ser “indianista” y
en su breve trabajo referido a este punto reduce el katarismo a apéndice del
indianismo como: “Indianismo Katarista”[1]
. Este sesgo se efectúa por la “no simpatía” con el katarismo, ya que éste no
comulgaba con las ideas de izquierda marxista, con la cuales trataba de
vincular a indianismo.
Contrariamente, los sociólogos, que dicen ser simpatizantes
del katarismo, Silvia Rivera y Javier Hurtado niegan y encubren al indianismo
considerando solo al Katarismo como única representación de lo indígena, sobre
todo en consideración de las movilizaciones campesinas de los 70’s y 80´s[2]
. Esta segunda negativa proviene del prejuicio de que el indianismo no incluye
a lo mestizo, y por tanto, era “un racismo al revés”, que no cabía en la
concepción ONGista de esos autores.
Peor aún, hay quienes, a pesar de asumirlos como objeto de
estudio, los desacreditan y descalifican “como caóticos” y “sin sentido”, las
tesis de Pacheco y Alvizuri manifiestan esto claramente[3].
Por su parte, los indianistas y los kataristas en sus documentos públicos
reivindican y afirman sus ideologías cada cual por su vertiente, o indianista o
katarista. Por ejemplo, los indianistas catalogan a los kataristas de
“amarillos”[4] . Y los
kataristas, a los indianistas de “reaccionarios”[5].
Para el profano en esta temática, recordemos que el
indianismo y el katarismo fueron dos corrientes ideológicas coetáneas y
coterráneas auténticamente indígenas en Bolivia, sobre todo del pueblo aymara.
Ambas nacen como manifestaciones políticas a finales de los 70’s (MITKA y MRTK
en 1978). Aunque el indianismo es algo más antiguo como instrumento ideológico
y algo más abarcador ya que no solo fue un fenómeno en Bolivia sino también en
otros países. Por su lado, el katarismo fue quien logró la movilización de
masas.
Entre sus más notales representantes tenemos a Fausto
Reinaga, Constantino Lima, Luciano Tapia, Felipe Quispe, Germán Choquehuanca en
el indianismo; y a Jenaro Flores, Víctor Hugo Cárdenas, Fernando Untoja en el
Katarismo. A ellos se deben los postulados de “revolución india”, “liberación
india”, “poder indio”, “dos bolivias”, “comunitarismo”, “autodeterminación”,
“colonialismo interno”, “descolonización”, “descentralización”,
“pluriculturalidad”; símbolos como la wiphala, el año nuevo aymara; instituciones
como la CSUTCB,Bartolina Sisa, CONAMAQ; y documentos como la Tesis India, el
Manifiesto de Tiwanaku. Todos de vital importancia para el actual mundo
indígena.
La relación entre ambas tendencias solía ser harto
problemática por la rivalidad y la competencia de unos con otros, y algunas
pocas veces de compartimiento, no solo del voto “indígena” sino también de
líderes internos, el caso más paradigmático es el de Raymundo Tambo, indianista
y katarista a la vez.
Aunque debe mencionarse que intentos partidarios de
unificación se hicieron varias veces, pero no lograron su cometido. Como
primeras organizaciones políticas indígenas compartían el rechazo de la
sociedad “blancomestiza” en sus vertientes políticas de izquierda o derecha que
despreciaban con igual denuedo todo lo indio. Ante lo cual, el indianismo, más
radical, respondía con la independencia política del indio, y el katarismo, más
concesionario, con alianzas políticas del campesinado indígena. Más allá de
posibles conclusiones, esto evidencia que el indianismo y el katarismo eran
entidades políticas distintas y no unificadas, tanto para sus militantes como
para los estudios al respecto.
Indianismo-katarismo.
Empero, ante la aparición y difusión del termino unificado
indianismo-katarismo, varios personajes empezaron a asumirlo. El propio García
Linera lo evoca (aunque no comulgue con el katarismo, sobre todo con el del
MRTKL, y del KND), cambiando su versión de 2007. Ante esta generalización e
irrupción conceptual, los propios “indios” trataron también de darle una
explicación, cometiendo casi los mismos sesgos de antaño. Pablo Mamani, junto a
otros, por su parte enarbola el katarismoindianismo (o a veces
indianismokatarismo), sin embargo, plantea una intención solo indianista, ya
que sus todos sus postulados así como su visión política, poco o nada tienen de
katarista[6].
Por su parte, Ayar
Quispe realiza un intento de apropiación del indianismo-katarismo como una
variante más (entre las tantas que hay) del Tupajkatarismo, arrogando la
autoría a Felipe Quispe[7]
. Sin embargo, ni indianismo ni katarismo conjugaban en un solo propósito
político, a pesar de sus similitudes, eso al menos en su época de existencia
plena.
Retomando las similitudes, hacia el 2009 en un evento
político denominado ULAQA convocado por jóvenes simpatizantes del indianismo en
su mayoría, y del katarismo en su minoría, es que recién se impulsa y se usa la
nominación unida: indianismo-katarismo, no antes. Desde ese momento se
promociona el concepto combinado, aspecto que quedará consolidado con la sigla
del MINKA (Movimiento indianista katarista) en 2009, y su consolidación el 2012
en el Payir Ulaqa con un curso de formación política con líderes indianistas y
kataristas que trataba de rescatar, aplicar las experiencias más útiles de
ambas corrientes. Esto guiado por los motivos principales de: primero,
continuidad a un proceso histórico liberador, y segundo, la una unificación
necesaria.
Se trataba pues del rescate de las manifestaciones
ideológicas más representativas del mundo indígena que nace la necesidad
histórica de (re)unificación. Esto con sospecha y comprobación de la
posibilidad de unificación en tanto y cuanto al fin común. Es decir, que el
indianismo y katarismo aportaban a una misma finalidad, aunque con diferentes
acciones y concepciones. Por tanto, aunque los indianistas y kataristas de
antaño se repelían, no cabe en la actualidad tal negación, pues ambas
constituyen experiencias y postulados enriquecedores que son parte de una misma
historia.
Limitaciones
Más allá del origen de esta articulación, el
indianismo-katarismo tiene una serie de limitaciones que restringen su ámbito
de acción. Como articulación de postulados anteriores, no puede constituirse en
nueva ideología, porque lo único que hace es articular esas experiencias que
tienen contenidos y propósitos ya determinados. Quienes creen que en ella se
puede encontrar una nueva perspectiva eluden la responsabilidad de plantear
nuevos objetivos ideológicos de acuerdo al contexto social- político
contemporáneo.
Considerando este punto, el indianismo y el katarismo fueron
ideologías contextuales, con algunos atisbos de planteamientos a largo alcance.
Si por un lado se podría rescatar la experiencia katarista de respuesta a la
población y su traducción a demandas y políticas públicas, no es más que un
reducido ejemplo de la urgencia y necesidad de estas cuestiones. En el caso
indianista, si es posible rescatar el ideario de libertad, en la realidad su
experiencia es solo un anhelo con poco contenido pragmático. En otras palabras,
en el indianismo se difumina la aplicabilidad, y en el katarismo, la identidad.
Como elementos
políticos embrionarios el indianismo y el katarismo no llegan a su plenitud,
pues por su corta aparición temporal, no lograron reproducirse, ni reinventarse
quedando trunca a una época y personas específicas. A esta carencia, la
combinación resulta como respuesta epocal inexorable: tomar de unos lo que le
faltaba a los otros en un mismo proceso histórico.
Gran parte del marco interpretativo y categorial que tienen,
agotaron su alcance en relación al tiempo en que fueron emitidos. Ya sea como
problema (re)generacional o como perspectiva. Por ejemplo, el más influyente en
la esfera del campesinado indí-gena fue el katarismo que planteaba, la
recurrencia a la respuesta a las necesidades específicas del campesinado,
planteando la teoría de la combinación de nación y clase.
Sin embargo, por las transformaciones sociales, el indígena
en su mayoría poblacional ha dejado de ser campesino, y en algunos casos ha
dejado de ser popular. Por tanto, ya no se puede pensar en la ecuación indígena
igual a campesino, ni indígena igual a desposeído. El romanticismo indianista
proponía el retorno a la localidad primigenia y en alguna medida al pasado; en
el actual mundo globalizado tal situación se torna remota cada día más, y la
sociedad indígena parece actuar y pensar con visión futuro, no al revés.
A consecuencia de
este planteamiento temporal, tampoco lograron el paso de sus principios de
ideología a filosofía política. De sus principios y postulados es difícil
deducir conclusiones ulteriores, y muchos de ellos quedan tan solo en la
superficialidad del contexto. En tal sentido, las propuestas emanadas de su
seno, no logran colmar el objeto mismo de su razón, es decir, como todo
principio tienen una visión parcelaria e incompleta de su sociedad y población,
tanto espacial como temporalmente.
A consecuencia de ello, el criterio de utopía está dirigido
hacia el pasado, hacia una “mejor pasado” o estancado en la simpleza del presente;
y no así hacia un “mejor futuro”. Esto es explicable porque aquello que
recientemente se comienza entender difícilmente puede proyectarse con
propiedad. Por tanto, el indianismo-katarismo no puede ser una nueva y
diferente propuesta ideológica y política; sino, una articulación presente de
un pasado ineludible, y un gozne o intersticio para la generación de una nueva
propuesta.
Posibilidades
Ahora bien, si estas tendencias políticas tienen sus serias
limitaciones. Esto no niega su necesidad e importancia, ineludibles para
todo(s) aquel(los) que quiera(n) pensar o accionar política en el “mundo
indígena”. No solo que son las únicas experiencias políticas modernas
auténticamente indígenas, sino que se constituyen en los primeros actos o
insurgencias conscientes de mayor alcance en la política india, es decir:
(aunque precariamente) lo más avanzado que logró crear el indio moderno. El
Indianismo, por su parte, ha contribuido en la representación simbólica, la
politización del indio y el sentido e ideario de libertad.
El Katarismo ha aportado una respuesta de concreción
política de acuerdo al contexto social-histó-rico, acción política efectiva, y
la inmersión en la cosa pública. En otras palabras, la necesidad de ascensión
al poder, formas de llegar al poder, y el ejercicio del poder. En este sentido,
son ineludibles e innegables. En consecuencia, la unificación de estas visiones
de lo indio y la respuesta que dieron se complementan casi perfectamente como
ideología y movimiento político (aunque sea de carácter insuficiente).
La carencia de un
marco interpretativo remozado y actualizado, no ha sido óbice para el sujeto
histórico indígena, sino que el indio no ha desaparecido, por el contrario, se
ha expandido (aunque de forma inconsciente) a otras formas y a otros espacios.
Este es el gran desafío y pendiente para los nuevos ideólogos. El indianismo y
el katarismo son proto-nacionalismos, son cimiente del nacionalismo Aymara[8].
Es posible que hayan otros escenarios políticos posibles,
sin embargo, el Nacionalismo es la consecuencia casi natural. Nacionalismo que
resolverá el país en su conjunto, no solo de Aymaras, sino también de las
minorías poblaciones de distinta cultura. Pero también resolverá el marco
interpretativo y categorial, así como el fin ulterior. El indianismo-katarismo
es el caldo de cultivo para concretar esta pretensión.
Ha decir, el nacionalismo se erige en el momento
constitutivo de toda nación, el mismo que se arraiga en sus raíces propias y
más fuertes para dar la plenitud a sus ciudadanos. El indianismo- katarismo,
como antecedente inexcusable, trata de unificar los caminos a este fin de
descolonización, como soberanía política de la nación Aymara.
*Miembro del MINKA
[1] Véase: García Linera, Álvaro. El desencuentro
de dos razones revolucionaria s: Indianismo y marxismo. En: Cuadernos del
Pensamiento crítico Latinoamericano Nro. 3. Buenos Aires. CLACSO. 2007
[2] Véase:
Rivera, Silvia. Lucha s campesina s contemporáneas en Bolivia: el movimiento
katarista 1970- 1980. En: Rene Zavaleta Mercado (comp).Bolivia hoy. México,
siglo XXI. Pág. 129-168. 1987. Y: Hurtado, Javier. El Katarismo. HISBOL.
Bolivia. 1986
[3] Véase:
Pacheco, Diego. El indianismo y los indios contemporáneos en Bolivia .
HISBOL/MUSEF, La PazBolivia. 1992. Y: Alvizuri, Verushka. La construcción de la
Aymaridad. Una historia de la etnicidad en Bolivia (1952-2006). Santa Cruz de
la SierraBolivia. Editorial El País. 2009
[4] Véase: Quispe, Felipe. El indio en escena.
Chukiyawu marka Qullasuyu. Ed. Pachakuti. 1999.
[5] Véase: Untoja, Fernando. El Katarismo, Indianismo
e Indigenismo. En: Reflexiones sobre la temática indígena en la Bolivia de hoy.
1/2012. KAS investigaciones. Análisis y reflexión política. 2012
[6] Véase:
WILLKA. Revista anual, Nro. 5. Katarismo-indianismo ante la derecha y la
izquierda. El Alto-Bolivia. 2012.
[7] Véase: Quispe, Ayar. Indianismo Katarismo. Ediciones
Pachakuti / AWQA. Qullasuyu. 2014. 8 Fausto Reinaga caracteriza al indio como
“nación”, y Fernando Untoja pregona la base de la nación “Aymara (Kolla).”
[8] Fausto
Reinaga caracteriza al indio como “nación”, y Fernando Untoja pregona la base
de la nación “Aymara (Kolla).”
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