Pedro Domingo Murillo y la rebelión katarista de 1781. Iván Apaza Calle

Pedro Domingo Murillo, nacido en 1756, dueño de las minas de Chikani, azoguero, abogado papelista y propietario de una pequeña biblioteca de 8.000 volúmenes fue, en resumidas cuentas, “…miembro de una familia criollo española. Gozó de una situación económica holgada, pues fue propietario hacendado…”1. En 1781, cuando Tupak Katari efectuó el cerco de la ciudad criolla española de La Paz, Murillo ya tenía 25 años y era uno de los muchos criollos que constantemente sirvieron a la corona de España. Sin embargo, después de haber estado bajo el mando de la “madre patria” conspira contra ella en 1809, con su proclama de la Junta Tuitiva.



Esta proclama, a pesar de haber estado “…encerrada en una bóveda bancaria y petrificada en medio de la plaza principal de la ciudad sede de gobierno, es un mito porque nunca hubo una proclama escrita, firmada y difundida por la Junta Tuitiva…; solamente sabremos  algo más sobre ella: que nunca existió”.2 Bonita farsa sobre la que se asienta la fama de Murillo. Empero, aún cuando esa proclama existiera, en la historia del colono era para los criollos, ya que era “un documento para hombres libres”3 y no para el indio, que estaba y está oprimido, sometido por la casta dominante antes y ahora.Pedro Domingo Murillo, nacido en 1756, dueño de las minas de Chikani, azoguero, abogado papelista y propietario de una pequeña biblioteca de 8.000 volúmenes fue, en resumidas cuentas, “…miembro de una familia criollo española. Gozó de una situación económica holgada, pues fue propietario hacendado…”1. En 1781, cuando Tupak Katari efectuó el cerco de la ciudad criolla española de La Paz, Murillo ya tenía 25 años y era uno de los muchos criollos que constantemente sirvieron a la corona de España. Sin embargo, después de haber estado bajo el mando de la “madre patria” conspira contra ella en 1809, con su proclama de la Junta Tuitiva.

LAS DOS DECLARACIONES DE MURILLO

Nos basaremos en los escritos recopilados en cuatro volúmenes por Carlos Ponce Sanjinés y Raúl Alfonso García, bajo el título Documentos para la Historia de la Revolución de 1809. En su volumen II (páginas 388 a 403) aparecen dos declaraciones de Pedro Domingo Murillo, así como siete testificaciones de sus cómplices. Este material será importante para nuestro trabajo, pues clarifica las actividades de carácter militar de Murillo durante la Rebelión Tupakatarista de 1781.
Las dos declaraciones de Murillo son muy similares. La primera se da antes que declararan sus certificantes y la segunda después que se expresaron estos. Para bien entenderlas, las relataremos según su orden.
Pedro Domingo Murillo, bajo juramento de HISPANIARUM REX CAROLUX IV D.G., expresa: “de ser constante los servicios que tengo hechos en defensa de la Corona y la patria desempeñando los cargos de Oficial en que se me empleó (…) en la rebelión pasada hallándome en Yungas casado y con hijos serví con actividad y vigilancia a mi Rey y Sor. en calidad de Teniente Capitán de la primera compañía de fusileros (…) mi capitán que fue Dn. José Ramón de Loayza”4 Como se puede constatar, Murillo fue Teniente Capitán de fusileros y con ese cargo reprimió a nuestros valerosos abuelos Tupakatarista. Sería absurdo pensar y una falacia afirmar que Murillo no disparó ni un tiro contra los indios que se encontraban en los Yungas, pues él mismo indica que cuando conducía a Cochabamba a familias españolas que se morían de hambre por el cerco de Tupak Katari a La Paz, “cuando se retiró para el Valle de Cochabamba todo el Gentío de Yungas fui colocado con mi gente abatir los enemigos y abrir el paso con todo esmero prop.o (propio) aun oficial, y en los ataques que se ofrecieron con los enemigos acredité los deberes de mi cargo…”5.
Luego de la retirada por el territorio que controlaban los tupakataristas, caminando veinte leguas, Murillo llega finalmente al valle cochabambino, donde “en dicho Valle no me dediqué al ocio como muchos lo hicieron sino que continué con mi servicio y en la seg.da (segunda) expedición que se hizo a discitiar (desitiar) esta ciudad p.r (por) el Sor (señor) Comandante d.n (don) José de Reseguín … vine de Ayudante mayor (mayor)… a librar esta Ciudad del sitio en que se hallaba esmerándome con la actividad acostumbrada siguiendo con el empleo hasta que no … el retiro…”6. Como el ejército de Reseguín no llegaba, los Tupakataristas estaban a un escaso paso de la victoria, pues dentro de la ciudad sitiada los españoles se morían de hambre. Por esta razón Sebastián Segurola escribe en su diario: “hubo concejo de guerra y que se decidió que si los auxilios no llegaban el jueves o viernes, se haría una salida general, abandonándose la ciudad a causa de hambre, lo que produjo gran consternación, lágrimas y rogativas”.7
Sin embargo, el 17 de octubre de 1781, Reseguín con 10.000 hombres acampa en El Alto donde rompe el cerco tupakatarista. En estos hechos contribuyó Pedro Domingo Murillo, el “protomártir” de la Bolivia colonial. Tras romper el cerco, el ejército auxiliar parte en captura de los principales mallkus tupakataristas, para luego torturarlos y ajusticiarlos. En esta sucia labor Murillo tuvo participación plena y directa, pues él confiesa: “vine desempeñando a satisfac.on (satisfacción) de ser uno de los comisionados para el Prendimiento de los Quispes y demás Coroneles, estar al reparo de las guardias en la prisión de Catari, y otras que se fiaron a mi ciudad conociendo mi amor al servicio, y al esmero y anhelo con que propendí a llenar mis obligaciones”.8 Pedro Domingo Murillo, el héroe de los criollos, fue sin duda feroz anti indio que estuvo al servicio de la Corona española para mantener la situación colonial. Sus acciones lo demuestran, Murillo no quería nuestra liberación, por ello ayudó a las huestes españolas a aplastar la emancipación india, siendo uno de los más preclaros enemigos de nuestros abuelos y abuelas de línea Tupakatarista.
Diego Quispe, Pascal Quispe, Andrés Quispe y otros Coroneles Tupakataristas “han caído a manos de Murillo y éste ha tenido la satisfacción de ahorcarlos y descuartizarlos por su ideología y por buscar la reivindicación y liberación comunitaria aymara”.9 Murillo confiesa, por otro lado, haber sido carcelero de nuestro Mallku Tupak Katari. En esa condición Tupak Katari es torturado inicuamente por sus carceleros. Estos elementos conducen seguramente al historiados Inka Waskar Chukiwanka a afirmar que Murillo “fue uno de los autores del descuartizamiento de Tupaj Katari, montado a uno de los caballos”.10 Esta afirmación es plausible, aunque por el momento se carezca de sustento documental para corroborarla.
Murillo, después del descuartizamiento de Tupak Katari, no tardó en juntarse con Sebastián Segurola para continuar la guerra contra los tupakataristas que seguían luchando. Murillo confiesa: “no perdí la oportunidad de seguir al soberano pues encontrando la disposición de Sor Comand.te (Comandante) d.n Sebastián Segurola que pasava (pasaba) Personalmente con Tropas a la Doct.na (Doctrina, región) Palca a castigar (a) los rebeldes, seguí voluntariamente juntando doscientos hombres… que servían bajo mi mando”11. Esta confesión indica que Murillo estuvo también bajo el mando de Segurola y que, como él, vomitaba odio contra el colonizado. Segurola fue quien, como escarmiento a los indios que participaron del cerco a La Paz, dio muerte a 60 indios en el lugar de San Pedro.

LOS CÓMPLICES QUE CERTIFICAN A MURILLO

José Ramón de Loayza, Franco Antonio Guerrero y Oliden, Fernando de Yrrazabal, Faustino Gomes, Juan Basilio Catacora Heredia, Patricio Bohorques y Protacio de Armentia, fueron los cómplices de Murillo que certificaron sus declaraciones.
Las testificaciones de J. R. Loayza sobre las acciones de Murillo en Yungas son claras: “fue colocado de Teniente de Capitán en la Primera Compañía de fusileros de la que yo fui Capitán”. 12  Cuando las familias españolas escapaban del cerco rumbo a Cochabamba, Franco Antonio Guerrero y Oliden indica que Murillo: “siempre se mantuvo constante en el servicio con su gente sin que se le notase el más leve descuido u omisión”. 13 Fernando de Yrrazabal, ayudante mayor del Regimiento Pacajes, jurando por Dios y con señal de la Cruz, confiesa que Murillo: “bino (vino) destinado de ayudante maior (mayor)… cuio (cuyo) empleo exercio (ejerció) a la satisfacción del Jefe, con toda actividad, vigilancia y esmero”14 en la expedición del Coronel de Dragones José de Reseguín y su ejército durante el cerco de la ciudad de La Paz.
Faustino Gomes, vecino de la ciudad y Juan Basilio Catacora Heredia, abogado en la Real Audiencia de la Plata, prometidos decir la verdad sobre las actividades de Murillo afirmaron que él “acrisoló su conducta fidelidad y amor al servicio del Soberano dho (dicho) D.n Pedro Murillo haciéndose acreedor a que el Señor Comandante lo tratase con toda distinción confiándole las comisiones más graves, como fue las del prendimiento en Campo de las Peñas de los Yndios Caudillos Coroneles… con el onor (honor) digno de su empleo continuando hasta que se ordenó el retiro en campo de las Peñas después de haberse decapitado al Caudillo Julian Tupacatari”.15 Por último, Protacio de Armentia indica: “Don Sebastián Segurola le encargó la retaguardia.. por ser la parte más peligrosa en la invasión que hacían los rebeldes al exercito (ejército)”.16
Las confesiones de Pedro Domingo Murillo y la de sus cómplices que lo acreditan, dan la imagen de un criollo que siempre luchó por su raza en contra del indio, esmerándose en todas las actividades que le encomendaron. Desvelan, además, episodios que la historia oficial quiere ocultar, al presentar una imagen liberadora y heroica de Murillo. Esos afanes de la falsa historia nos obliga a reescribir nuestra propia historia: “si la historia oficial — como señala Bonfil Batalla — la del amo, ha sido útil para justificar la dominación, la otra historia (la del indio) deberá serlo para alcanzar la liberación”17, pues a los intentos del blanco mestizo para tergiversar la verdad, esta saldrá victoriosa por nuestro esfuerzo.

INDIANIZAR, REINDIANIZAR NUESTRO CEREBRO

Indianizar al blanco es reindianizarnos nosotros, es liberar del colonialismo las tradiciones de nuestro diario vivir, liberarlas de colonialismo asesino que trajo España a las tierras del Tawantinsuyu. Franz Fanon, negro nacido en Fort-de-France, psiquiatra que adhirió a la causa de la independencia de Argelia, indica: “La aparición del colono ha significado sincréticamente la muerte de la sociedad autóctona, letargo cultural, petrificación de los individuos. Para el colonizado (el indio), la vida no puede surgir sino del cadáver en descomposición del colono”.18 Esa es la obligación de cualquier nación colonizada. La emancipación india nos hará independientes, nos descolonizará, para retomar lo construido por nuestros abuelos: el TAWANTINSUYU.
El poder colonial domina al indio, viola sus símbolos, impone personalidades. Ejemplo es el 16 de julio, fecha que los colonialistas celebran en La Paz  como aniversario del “grito libertario”, en la que enaltecen la figura de Pedro Domingo Murillo. Esa festividad es un camuflaje del desorden colonial y para nosotros debe ser ocasión para desenmascarar los artificios de la casta colonial para tratar de impedir nuestra liberación nacional.
A quienes tenemos que rememorar nosotros son a Tupak Katari, a Bartolina Sisa, pues ellos son auténticos mártires indios de nuestra sangre. Ellos nos dieron línea de combate justa y limpia, que todos los indios debemos seguir, pues al tomar ese sendero adquirimos conciencia, una “conciencia histórica nos descomplejará primero, luego nos dará un espíritu de independencia y, finalmente nos condicionará la ideología a seguir”.19 La causa de Tupak Katari es nuestra causa; la obra que dejó pendiente es la tarea que nosotros debemos culminar. Es nuestra tarea, la tarea del Nuevo Indio, retomar la lucha de liberación, darle continuidad, pues esta lucha todavía no ha concluido.

NOTAS

  1. PORTUGAL MOLLINEDO, Pedro. Murillo y la represión a Katari, en Periódico Pukara número 9, La Paz.
  2. MENDOZA PIZARRO, Javier. La Mesa Coja, Bolivia, PIEB, 1977. pp. 224, 245.
  3. SALAZAR MOSTAJO, Carlos. La tea inmortal, La Paz – Bolivia, Urquizo, 2003, p. 136.
  4. PONCE SANJINÉS, Carlos; GARCÍA A., Raúl (compiladores) Documentos para la historia de la revolución de 1809, Vol II, Bolivia 1954, pp. 388, 400.
  5. Ibid., p. 400.
  6. Ibid., pp. 389, 400.
  7. DEL VALLE SILES, María Eugenia. Testimonios del cerco de La Paz, El campo contra la ciudad. Bolivia, Khana Cruz, 1980, p. 169.
  8. PONCE SANJINÉS, Carlos; GARCÍA A., Raúl (compiladores) Op. cit. pp. 4004, 401.
  9. QUISPE HUANCA, Felipe. Tupak Katari vive y vuelve… carajo. Qullasuyu. Ofensiva Roja, 1990. p. 277.
  10. CHUKIWANKA, Inka Waskar. Pedro Domingo Murillo: asesino de Tupaj Katari en “La voz del Cóndor”. p. 10.
  11. PONCE SANJINÉS, Carlos; GARCÍA A., Raúl (compiladores) Op. cit. pp. 4004, 401.
  12. Ibid., p. 390.
  13. Ibid., p. 392.
  14. Ibid., p. 394.
  15. Ibid., p. 395, 396, 397.
  16. Ibid., p. 399.
  17. BONFIL BATALLA, Guillermo. Utopía y revolución: el pensamiento contemporáneo de los indios en América Latina. México, Nueva Imagen, 1981, p. 38.
  18. FANON, Franz. Los condenados de la Tierra. México. Fondo Cultura Económica, 1983. p. 43.
  19. CARNERO HOKE, Guillermo. Nueva teoría para la insurgencia. Perú, Amerindia. p. 103.

Fuente: Pukara Nro 33.

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