EVO MORALES: CAYÓ CON SU PROPIO PESO

Felipe Quispe Huanca

A estas alturas podemos describir así: Evo Morales Ayma ha sido muy egoísta, astuto, mentiroso y calumniador. Pues, fue un extraordinario político que quiso eternizarse y petrificarse a cualquiera precio de sangre en el poder. Se crea dueño de la vida, y su pasión fue gobernar a gobernar con fraudes electorales y apoyado por una turba frenética de blancoides izquierdizantes.

Para un Aymara, fue un genio maléfico que superó a todos los presidentes que desfilaron por la silla presidencial, No respetaba a las leyes, pisoteaba la Constitución política del Estado Plurinacional, igual o peor que el dictador Melgarejo.

Evo Morales Ayma, ha usado su antifaz político de indigenista e izquierdista, para engañar al pueblo trabajador empobrecido. De ahí que, es uno de los presidentes que más hondo huella ha dejado a su paso por el Palacio de Gobierno. Por su fidelidad y lealtad a las voraces empresas transnacionales y multinacionales imperialistas, por eso es un muchacho bien mimado por los gringos de Norteamérica. Gobernó 13 años y 18 meses, es el periodo más largo de nuestra historia y con su magnífica obra de corrupción, prostitución y el narcotráfico.

En los primeros años, Evo Morales como “gobierno de cambio y con su paradigma de vivir bien” era bastante endiosado aplaudido con gratitud: en Muchas Universidades lo otorgaron con títulos Honores Causa. En los Ayllus y Comunidades, lo colocaron con infaltables ponchos, ch’ullus de diversos colores, nunca falto en su cuello guirnaldas de flores y serpentinas. Mujeres e hijos por aquí y por allá. Por su puesto, que al Expresidente Evo Morales le encantaba ese tipo de vida y los homenajes del pueblo, quienes agradecido por una cancha sintética, por un pequeño coliseo, por una refacción de una escuela rural. No faltan lisonjeadores y fanáticos con sus manifestaciones de idolatría a un caudillo de Chapare.

Evo Morales, quizás no sabía que en la vida nada es eterno, los tiempos cambian, hasta el viento y la briza cambia de los cuatro puntos cardinales. Efímera es el poder y la gloria, especialmente en nuestra madre patria ancestral. Hoy mal llamado Bolivia Plurinacional. En nuestra condición de historiador Aymara conocemos la historia de Bolivia oficial, y, como también la otra historia terrible e ignota que no está escrito. Desde la colonia, la república y hasta nuestros días plurinacionales.

Desde esta perspectiva, la caída de Evo Morales llegó impensadamente. Sin duda alguna ha sido barrido por la traición de sus propios ministros y colaboradores que cobardemente renunciaron. Porque, en el estricto de la palabra: “el q’aras es q’ara nomas”, por esencia misma, es traidor de siempre. De esta manera, el compañero Evo Morales su omnipotencia se quedará nada más que un recuerdo para las generaciones venideras.

De hoy en adelante, el compañero Evo está condenado a vivir en la prisión por los muertos y asesinatos en su gestión gubernamental. Y sé si escapa del país, entonces le tocará vivir en las playas extranjeras, moviendo sus ojos de un vulgar corrompido, día y noche rumiara su desgracia y su dolor. ¿No podemos calcular? ¿Cuándo tiempo durará su penoso destierro? No se sabe con exactitud. Tenemos el entendido de que muchos presidentes de este tipo y cuño de Morales Ayma, han dejado sus huesos en el exterior. Podemos recordar los siguientes: Andrés de Santa Cruz murió en (1863) en Versalles (Francia). José Ballivian Segurola murió (1852) pobre y olvidado en Río de Janeiro, (Brasil) Mariano Melgarejo Valencia murió asesinado en Lima-Perú (1871), Tomás Frías murió (1884) en Italia, Bautista Saavedra Mallea murió (1939) en Santiago de Chile, Hernando Siles murió en Perú (1942) y así, se puede escribir todo el libro de la historia presidencialista. Al epilogo de este breve análisis, Podríamos expresar con lujo de detalle; que el político tiene que estar preparado para vivir en la cárcel, en el destierro, en los confinamientos, recibir malos tratos, las torturas ásperas y brutales de los gobernantes de turno. Esta es la lección que hemos aprendido en nuestra escuela de la vida política. No tenemos porque extrañar.