CORONAVIRUS EN BOLIVIA: UN PAÍS QUE SOLO MIRA


Quya Reyna

Durante catorce años hemos mirado a un gobierno inhumano, violento, negligente y mentiroso. Un gobierno que ante varias injusticias sólo justificaba su falta de empatía, su falta de solidaridad, de humanidad, de compromiso con el otro.
El gobierno de catorce años se dedicaba tanto a mirar su comodidad que, ante las denuncias de los y las demás, se limitaba a decir que era simplemente algo político. Cuando le pedíamos que mire nuestra realidad como país, solo giraba el rostro y veía donde le convenía ver.
Hemos mirado tanto a ese gobierno, de tantas formas y con tanto odio, que no nos hemos dado cuenta que ahora somos nosotros los que ya no podemos mirar más allá y sólo miramos como ellos. Somos los que ignoramos, los inhumanos, los violentos. Hemos mirado tanto a ese gobierno que ya no podemos mirar más que a él. Si varios hombres y mujeres están varados en la frontera, no nos importa, preferimos mirar donde nos conviene: igual que ese gobierno de catorce años, de la misma forma, con el mismo egoísmo.
Los hemos mirado tanto que no podemos mirarnos a nosotros, los hemos mirado tanto que reproducimos sus mismos comportamientos, sus mismas actitudes, sus mismas palabras. Ahora justificamos muertes, justificamos atropellos a los DDHH, justificamos todo, como ese gobierno cuando decían que los de la UPEA se disparaban entre ellos con un petardo, justificando una muerte.
Ahora miramos desde nuestra comodidad, como ese gobierno, ¿qué tan distintos somos de ellos? “Todo es un invento de la Derecha”, decía ese gobierno. Y ahora nosotros copiamos sus palabras y las adaptamos: “todo es un invento del masismo”, decimos, sin otro criterio más que ese. ¿Nos hemos convertido en lo que tanto juzgábamos? ¿Tanto los hemos mirado que ahora somos su reflejo?
Ellos justificaban su mala gestión con el imperio, y ahora nosotros justificamos la mala gestión del gobierno de Añez con el masismo o el comunismo ¿qué hay de nuevo en nuestro discurso? ¡Nuestro vocabulario está tan lleno de antimasismo, que no entran otras palabras! Es como si todos los “odiadores del MAS” hayan quedado de acuerdo en qué palabras usar de su nuevo diccionario “antimasista” actualizado y escribirlo en redes. Pero de ahí a un criterio con más profundidad no salen.
Cuando personas con discapacidad pedían un BONO JUSTO al gobierno masista, ¿no fuimos nosotros los y las que gritábamos que paren cuando se les lanzaba agua para dispersarlos? ¡Dios mío, eso fue lo más asqueroso que hicieron! ¿Por qué ahora nuestra voz se calla cuando se trata de personas en Pisiga que sólo piden ingresar a Bolivia o piden condiciones mejores para vivir su cuarentena?
Parecíamos mirar más allá, pero no, toda nuestra atención se concentra en ese gobierno catorceañero, que no podemos dejar de odiar y mirar. Los seguimos mirando, los miramos tanto que no podemos mirar lo que este gobierno está haciendo. Los seguimos mirando tanto que nuestro discurso es una copia barata de ellos.
Los miramos tanto que en nuestra cabeza no entran más que ellos. ¡Estan por todos lados!: en la frontera en Pisiga, en una marcha en Riberalta pidiendo soluciones, en El Alto, en Senkata, en Río Seco, en Yapacaní, en nuestra sopa, en el espejo, en la Wiphala, en una pollera, en niños gasificados en su escuela… hasta en su ropa del Wallake (artista escénico), sólo por llevar tela de awayo. Parecemos los fanáticos religiosos viendo a Jesús hasta en una tortilla.

No, no somos diferentes del anterior gobierno, somos igual o peores que ellos. Somos su vivo reflejo. Somos un país que mira como ellos miraban: desde su balcón, con su arrogancia y egoísmo.
El hambre, la pobreza, la cultura, una lengua, un color de piel no le pertenecen al MAS. No nacimos pintados de un color político al nacer morenos. Los niños bolivianos y niñas bolivianas en Pisiga no tienen la culpa de la mala gestión del gobierno actual y no tienen la culpa de nuestro fanatismo antimasista. Son seres humanos que necesitan condiciones para aguantar una cuarentena. Estamos hablando de un lugar en donde hace un puto frío y un lugar en donde duermen en carpas, comen fideo con zanahoria y lenteja, además de beber su té en botellas de plástico que encuentran tirados por ahí. ¿Los niños y niñas son masistas por merecer un mejor trato? ¿Los hombres y mujeres que exigen mejores condiciones son masistas por denunciar estos atropellos? ¿Todos y todas las que estamos en desacuerdo con esto somos masistas sólo por denunciarlo?
¡No, no somos un país democrático, no hemos recuperado nada! Ese es otro discurso que le hemos robado al MAS, cuando ellos decían que vivíamos en total democracia, cuando sabíamos que había un autoritarismo desmedido. Ellos tapaban el sol con un dedo y ahora parece que nosotros queremos socapar el mal gobierno a Añez. Ni en una crisis podemos ser mejores personas, más bien vamos en descenso hacia la fatalidad, hacia la falta de humanidad. ¡Estamos descendiendo a convertirnos en otro Evo más, en otro Linera o en otro Romero! Solo que ahora nos aplaudimos entre nosotros, nos besamos los traseros para ver quien insulta más a los alteños, a los de Riberalta, a los hermanos y hermanas en Pisiga. Ahora no se denuncia la negligencia estatal como antes se lo hacía, ahora se lo aplaude y el premio es la aceptación social y un like de regalo.
Hemos mirado tanto al “hombre que no miraba nuestra realidad”, que ahora queremos mirar como él.

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