Ángel Castro: El hombre que desafió al “milagro cruceño”

 



Por Quya Reyna

Entre las paredes de su pequeño estudio, una biblioteca de madera color marrón exhala un sutil aroma a vainilla. Los libros de tapas duras, ya desgastadas por el tiempo, se acompañan de archivos apilados en su escritorio. Títulos y reconocimientos con su nombre, en tonos pergamino, decoran las paredes. Entre todos ellos, destaca un afiche de un intenso color rojo: el anuncio de la presentación de su libro en el salón de la Vicepresidencia el 30 de octubre de 2013. Al observar el título, una seriedad contornea su rostro: "Santa Cruz, la mayor inversión boliviana (1825-2000)".

La obra de Castro cuestiona la narrativa de que el desarrollo cruceño se hizo así misma a partir de la ausencia estatal. El pensador aymara Guido Alejo la considera importante, ya que "puede derribar el mito sobre una Santa Cruz que se desarrolló sin ningún apoyo estatal". Esta revelación encuentra eco en las palabras de Tomás Molina, quien sostiene que la investigación de Castro "demuestra que desde siempre el departamento de Santa Cruz fue el más favorecido con recursos económicos generados por los restantes ocho departamentos de Bolivia". El historiador Juan Pablo de Rada va más allá, señalando la polarización entre esta obra y la versión oficial del libro "Modelo de Desarrollo Cruceño", presentada por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior: cada una con su hipótesis; además, destaca cómo el trabajo de Castro ha sido relegado del debate público. “Nadie le tiró bola”, dice.



"¿Qué lo motivó a escribir este libro?", le pregunto. Ángel, a sus 94 años, me mira detenido en sus pensamientos mientras Yolanda, su esposa, nos acompaña en su sala. Publicó esta obra cuando pasaba los 80 años, es un economista afanado por la historia, y aunque hoy su memoria no le permite recordar el espíritu que lo impulsó a emprender aquella exhaustiva investigación, las huellas de su trabajo persisten. En su búsqueda, solicitó a la presidencia de la Asociación Boliviana para el Avance de la Ciencia el acceso libre a innumerables archivos documentales, bibliotecas y Centros de Estudios. "Hasta se fue a Sucre", añade Yolanda con un brillo de orgullo en su voz. Irónico, pues el destino hace que hoy su libro sea casi inaccesible, con escasas copias físicas disponibles.

Ángel llegó a los llanos hace más de 40 años, cuando la salud y el trabajo lo llamaron a partir desde su natal La Paz. Si bien algunos recuerdos se han difuminado con el tiempo, sus ideas mantienen una lucidez sorprendente: "Ninguna sociedad se ha hecho por sí misma. Santa Cruz ha necesitado la intervención del Estado para desarrollarse y abrirse al resto del país. Eso es innegable", reflexiona. "Ha sido un sueño de mucha gente la carretera Cochabamba-Santa Cruz. Anteriormente había comunicación aérea, pero no es lo mismo transportar cosas, personas, y demás por avión que por el camino. De manera que ha sido fundamental la carretera", comenta, aludiendo a la vía promovida por una planificación multisectorial e impulsada por los gobiernos de turno desde 1942. Fue un hito para el desarrollo cruceño y para la migración colla al oriente.



"¿Y qué opina sobre Santa Cruz?", le pregunto entusiasmada, considerando que ha vivido casi medio siglo en tierras cruceñas.

"Yo creo que no hay cruceño que no se sienta boliviano", menciona. "Mucha gente quiere asimilar el país del Paraguay con la región oriental de Bolivia, Santa Cruz, primero porque hubo expediciones que partieron de Asunción a Santa Cruz, pero no, el espíritu boliviano aquí está bien cimentado. El cruceño es tan boliviano como el colla de La Paz, de Oruro, etc."

El libro de Ángel Castro se caracteriza por una avalancha de datos sobre inversiones y presupuestos estatales enfocados en el desarrollo cruceño, desde la construcción de carreteras hasta los movimientos migratorios, todo rastreado desde los inicios de la república hasta el año 2000. Pero no es solo una obra de cifras y documentos; en los anexos, la investigación se refuerza con material accesible, obtenido de archivos históricos. Y, más allá de los datos, hay un detalle que conmueve: la dedicatoria:

"A todos los patriotas cruceños que son la mayoría.

A los Mamani, a los Huallpa, a los Condori y a otros que bajaron al trópico desde las altas cumbres nevadas de Los Andes y desde sus valles.

A los gobernantes que, pese a las adversidades y a los infortunios de la patria, pudieron llevar a término un objetivo nacional.

A todos ellos que, con su fe, su esfuerzo y su esperanza, hicieron posible el desarrollo de los llanos de Santa Cruz, la otra cara de nuestra multifacética Bolivia."

Cierra con el agradecimiento a su esposa y sus tres hijas. "¿Por qué hizo esa dedicatoria? ¿Qué emociones le llevaron a escribirla?", pregunto, enfatizando las primeras líneas.

"A los patriotas cruceños, que son la mayoría, porque hasta hace medio siglo, qué se yo, evidentemente Santa Cruz y los cruceños se sentían olvidados. Por eso hago mención a los cruceños que, a pesar de eso, se sentían patriotas, porque había cruceños que no se sentían bolivianos o apegados al occidente."

"¿Y a los Mamani y los Huallpa…?"

"Porque es evidente que fue esa gente la que contribuyó también a Santa Cruz. Obviamente, no exclusivamente ella, sino también los Ticona, los Mendoza… los Castro", ríe.



Yolanda, ansiosa por mostrar el valioso aporte histórico de su esposo, nos guía hasta el pequeño cuarto de su biblioteca para buscar los documentos y archivos que fundamentaron su libro de más de 300 páginas. Entre las carpetas meticulosamente enumeradas, selecciona la número cuatro. Al abrirla, descubrimos fotocopias de diversos archivos que Ángel había recopilado con esmero: algunas páginas resaltadas en rosa, otras organizadas en subcapítulos y algunas marcadas con un contundente "NO" dentro de un círculo que las excluía definitivamente de su investigación. Observo estos documentos junto a él, quien sonríe y se entusiasma al hojearlos, como si estuviera revisando un álbum de fotografías entrañables. "Usted guardó todo", comento sorprendida. "Era para respaldarme", responde con satisfacción. Es como si, en ese momento, se desempolvara aquella motivación que Ángel no había podido explicarme al inicio.

Antes de despedirme, le regalo un libro mío. "Gracias a su libro me hice las preguntas más importantes", escribo en la dedicatoria. Me emociona recibir la suya escrita en su libro, uno que compré días antes de establecerme en Santa Cruz. Yolanda me despide en la puerta mientras la tarde se desvanece en sombras. El micro 16 me lleva a casa, serpenteando entre mercados y calles que alguna vez fueron praderas y selva virgen. Una ciudad muy compleja en su identidad o, como diría Ángel en su libro, "una población con una nueva idiosincrasia más coherente con la del resto del país".

Haz clic en la imagen y descarga el libro.




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